Facciones y Fracciones del PSUV

Cuando un movimiento político nace y crece a la sombra de un caudillo, de un líder fuerte, se va diluyendo poco a poco cuando desaparece el caudillo. Es el fin inexorable de los movimientos levantados a la sombre de un fuerte personalismo, como el de Hugo Chávez Frías. El teniente coronel no permitió que ningún liderazgo se desarrollara a su alrededor. Todo lo que fue surgiendo lo fue defenestrando. A su muerte, solo alguien directamente designado por él podía sucederlo; pero la suerte del sucesor estaba cantada, tendría poco aliento. Y así ocurrió.

Nicolás Maduro, el actual Presidente de la República, “líder designado” del PSUV y la revolución bolivariana, a duras penas pudo sacar una ventaja de 1,5%, 300 mil votos, a Henrique Capriles en abril de 2013, dilapidando una diferencia de más del 10%, es decir más de millón y medio de votos, que había dejado Hugo Chávez Frías en octubre de 2012, ante el mismo contrincante.

El deterioro del liderazgo de Maduro no se detuvo allí, ha continuado y hoy así lo revelan todas las encuestas, llegando algunas de ellas a índices de popularidad realmente lamentables, cercanas a escaso 18%, el porcentaje más bajo de popularidad de cualquier Presidente en ejercicio a dos años de mandato.

Pero este fracaso no solo se mide en encuestas, se mide también en las largas colas de gente frente a farmacias y mercados, tratando infructuosamente de comprar medicinas y alimentos. Se mide en altísima inflación, que el propio Presidente reconoce cercana al 80%, como si fuera una gracia o una cifra aceptable. Se mide en el nivel de deterioro de la moneda, cuando se compara al dólar en fluctuación libre. Pero más importante, el deterioro del liderazgo del Gobierno y la Revolución Bolivariana se mide también en lo que ocurre internamente en su propio movimiento político.

El PSUV es un movimiento básicamente electoral, como lo fue el Peronismo en su mejor época, antes de dividirse en pedazos. El liderazgo chavista es un liderazgo vertical, decidido desde la más alta instancia, el propio Hugo Chávez Frías, quien designaba líderes y candidatos, sí estos “espontáneamente” no surgían conforme a sus deseos. El liderazgo actual del PSUV es “designado”, no es producto de “arreglos” internos, de facciones ideológicas o intereses particulares en pugna por espacios, entre grupos de diferente pensamiento. Lo cual no significa que no haya diferencias e intereses en pugna.

Es más, saltan a la vista, por lo menos cuatro fracciones distintas, perfectamente diferenciables y que soterradamente luchan por el control del movimiento, porque saben que su control significa el control del Gobierno y esto arroja prebendas a las que nadie está dispuesto a renunciar.

Sin pretender hacer un análisis muy profundo de ninguna de ellas, apenas una somera descripción, tenemos una fracción Madurista-Cilista, seguidora de aquel ya lejano y difuminado legado que dejo Chávez cuando designó su sucesor. Es la fracción respaldada por Cuba y que lleva el peso del legado teórico, si hay alguno, de la revolución bolivariana. Esta fracción controla el Gobierno y sus recursos, una parte de los diputados de la Asamblea Nacional y buena parte del Estado, con la excepción de un buen número de alcaldías y gobernaciones; sin embargo, es la fracción que concita todo el rechazo popular que hoy día tiene el socialismo bolivariano.

Tenemos una fracción Militarista, liderada por el actual Presidente de la Asamblea Nacional, de escasa solidez ideológica, de formación más bien pragmática y militarista, cuya única finalidad es mantenerse en el poder, por lo que éste y sus recursos representan. Es la fracción que probablemente tenga menos seguidores, de aquellos que pudiera decirse que tienen un “ideal revolucionario” que mantener.

Hay una fracción “radical”, supuestamente revolucionaria, mas por su resentimiento social que por su basamento ideológico; es probable que sea la fracción con mayor sustento popular, lo cual no quiere decir que sus aspiraciones, metas y propósitos sean populares, desde un punto de vista general, de país. Es también la más numerosa, desde el punto de vista de militancia del PSUV y de movilización de calle, razón por la cual todas las demás le tienen que hacer el juego y desarrollar un discurso que la calme y la contenga.

Y hay por último, una fracción “ideológica”, no homogénea, conformada por varios grupos, para quienes la idea de un socialismo decimonónico y atrasado tiene todavía algún significado. Como todo grupo ideológico, es probablemente el menos numeroso y el de menor influencia real, pero son los más activos en redes, en prensa, en medios de comunicación, levantando alguna bandera ideológica detrás de la cual los otros grupos se amparan, aunque no compartan.

Esas, y probablemente otras menores, son las fracciones internas, las que cualquier observador ve a simple vista, las ligadas al PSUV y al desarrollo del Gobierno.

Pero hay una más. Una periferia, alrededor del movimiento político y del Gobierno, que no tiene ninguna ideología ni “ideal revolucionario”, que está allí simplemente por los buenos negocios que se desprenden de la actividad gubernamental, del desorden cambiario, del enorme negociado que se puede hacer de obras públicas sin licitación, compras gubernamentales, importaciones mil millonarias y negocios petroleros.

Esta amalgama de facciones y fracciones es la que está alrededor del actual Gobierno, la que lo empantana, le da pies de barro y que impactará, sin duda, los resultados del 6D en los que la oposición, si sabe mover bien sus piezas, tiene una gran oportunidad.

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